lunes, 3 de marzo de 2008

AH! ME LLAMO PI

Me he emocionado escribiendo, y he sido tan maleducada que no me he presentado, me llamo PI, este es mi nombre completo, es decir, no me llamo ni Pitufa, ni Pitagoras, ni nada que empiece por PI, que manía tiene todo el mundo de tener un nombre y después acortarlo, que si PE, que si MAM, que si MER, etc., bueno que cada cual se llame o le llamen como quiera uno, pero que nadie se ria de mi pequeño nombre, ¿pequeño?, ¡JA!, mi nombre es infinito, mi nombre todo el mundo sabe como empieza, 3´14..., pero nadie como acaba, ¿no os parece interesante?, ¿no es fantástico?, ¡tengo un nombre mágico!, tengo un nombre infinito, tengo un nombre que resume la esencia de la vida, la esencia del día a día, cuando uno se levanta sabe que va a ser de él más o menos, pero es impredecible como puede acabar, a lo mejor acabas de cervecitas con tu pareja, o te toca el euromillón, quien sabe, quien sabe como acabará el día de uno, quien sabe como acaba el número PI.

A lo mejor ya lo conoces, pero por si acaso no, os pongo un poema sobre el número Pi de Wislawa Szymborska, que además de ser premio Nobel de literatura también tiene afición a las matemáticas...

EL NÚMERO PI
El admirable número Pi tres coma uno cuatro uno.
Las cifras que siguen son también preliminares cinco nueve dos porque jamás acaba.
No puede abarcarlo seis cinco tres cinco la mirada,
ocho nueve ni el cálculo siete nueve ni la imaginación,
ni siquiera tres dos tres ocho un chiste, es decir,
una comparación cuatro seis con cualquier otra cosa dos seis cuatro tres de este mundo.
La serpiente más larga de la tierra suma equis metros y se acaba.
Y lo mismo las serpientes míticas aunque tardan más.
El séquito de digitos del número Pi llega al final de la página y no se detiene, sigue,
recorre la mesa, el aire, una pared, una hoja, un nido de pájaros, las nubes,
hasta llegar directo al cielo, perderse en la insondable hinchazón del cielo.
¡Qué breve la cola de un cometa, cual la de un ratón!
¡Qué endeble el rayo de un astro si se curva en la insignificancia del espacio!
Mientras aqui dos tres quince trescientos diecinueve mi número de teléfono,
la talla de tu camisa el año mil novecientos sesenta y tres sexto piso,
el número de habitantes sesenta y cinco céntimos dos pulgadas de cintura una charada y
un mensaje cifrado que dice vuela mi ruiseñor y canta y también se ruega guardar silencio,
y se extinguirán cielo y tierra, pero el número Pi no, jamás,
seguirá su camino con su nada despreciable cinco con su en absoluto vulgar ocho
con su ni por asomo postrero siete, empujando, ¡ay!,
empujando a durar a la perezosa eternidad.

1 comentario:

Ulla Ramírez dijo...

Qué original este poema! me encanta! creo que me lo voy a copiar en mi blog, si no te importa, con un enlace al tuyo.

Saludos.